Metallica, Megadeth y el arte de elegir qué batallas librar
Aprender a soltar lo que no importa y hacer las paces con uno mismo.
A Dave Mustaine lo echaron de Metallica justo antes de grabar su primer álbum.
Lo humillaron. Lo dejaron atrás.
Mustaine juró que algún día se vengaría, demostrando que podía ser más exitoso, más grande, más legendario.
Así nació Megadeth.
Mustaine lo logró todo: vendió millones de discos, llenó estadios alrededor del mundo, y se volvió una leyenda absoluta del heavy metal.
Pero algo nunca cambió:
Nunca superó a Metallica.
Y eso lo atormentó toda su vida.
Esta historia, que cuenta Mark Manson en "El sutil arte de que te importe un carajo", es un ejemplo perfecto de cómo elegimos mal nuestras batallas.
Mustaine ganó en todo sentido, pero su medida del éxito siempre fue compararse con Metallica. Eligió una batalla imposible, y por eso nunca sintió que ganó.
Por el contrario, Pete Best, quien fue expulsado de los Beatles justo antes de que alcanzaran la fama mundial, tuvo una vida mucho más discreta. Después de un periodo difícil, se casó, tuvo hijos y encontró satisfacción personal y profesional lejos del estrellato. A diferencia de Mustaine, Best nunca se comparó constantemente con los Beatles. Encontró paz en sus propias decisiones y valor en una vida tranquila.
Yo, por ejemplo, solía enojarme por cosas que ahora me parecen absurdas. Como cuando un conductor me cerraba mientras manejaba. Me llenaba de rabia, le gritaba al aire, y me quedaba todo el día con esa energía en el cuerpo.
¿Para qué?
Nunca más iba a ver a esa persona. Y sin embargo, le regalaba mi tranquilidad.
Hoy trato de pensar distinto. Trato de no dejar que cosas sin importancia me afecten. Estoy aprendiendo a elegir mis batallas y preocuparme solo por aquello que realmente vale la pena. Por lo que tiene impacto en mi vida, en mi familia, en mis proyectos.
Elegimos batallas equivocadas, metas absurdas, y expectativas que en el fondo ni siquiera nos importan realmente. Competimos en carreras que no son nuestras, comparándonos constantemente.
¿Y si la verdadera clave de la felicidad (o al menos de una vida más tranquila) es elegir con cuidado qué batallas librar?
Dejar de medirnos con el éxito de otros.
Escoger qué nos importa, pero sobre todo, aprender qué NO debería importarnos.
Porque al final, el éxito real no es ganarle a alguien más.
Es estar en paz con uno mismo.
Muy buena reflexión y muy bien contada, César.
Gracias por esta entrada, me ha venido muy bien.