"Prende tu cámara".
Todos hemos escuchado esta recomendación en posts referentes a buenas prácticas en las videollamadas al inicio de la pandemia.
Y en ese momento parecía tener sentido. La idea era tener reuniones más cercanas y de alguna manera, tratar de replicar la experiencia de estar en presencial.
Pero un año después, nos encontramos cansados. Y a ese cansancio se le conoce como Fatiga por Zoom.
Los investigadores de Stanford Virtual Human Interaction Lab, indican que las videollamadas nos agotan mucho más que las reuniones presenciales. Y esto se debe a cuatro razones:
1. Tiempo excesivo de estar en contacto visual muy de cerca.
A diferencia de las reuniones presenciales, en las videollamadas todo el mundo se mira al mismo tiempo a una distancia más cercana de lo normal (hacia la pantalla). Esto nos presenta una experiencia cognitiva mucho más intensa.
2. Verse así mismo es agotador.
Prestamos más atención a nuestra apariencia en lugar de a las demás personas. Eso puede ser agotador sobre todo para las personas más cohibidas.
3. Las videollamadas reducen drásticamente nuestra movilidad habitual.
Yo tengo la costumbre de caminar dentro de mi casa cuando tengo llamadas (inclusive llegando a superar los 10 mil pasos recomendados). Las videollamadas nos exigen que nos quedemos quietos, en un solo lugar.
4. La carga cognitiva es mayor en las videollamadas.
Al no captar el lenguaje no verbal al que estamos acostumbrados en presencial, nuestro cerebro necesita hacer un mayor esfuerzo, tanto para enviar como para recibir estas señales.
Algunos consejos:
Apaga la cámara (duh).
Sal del modo pantalla completa y siéntate más alejado de la pantalla.
Oculta tu vista propia.
Usa solo audio (Whatsapp o llamada telefónica)
¿Es necesaria esta reunión? ¿O un correo era suficiente?
El problema es que aún intentamos recrear la oficina tradicional. El trabajo remoto tiene otra dinámica y es mucho más asincrónica.
Finalmente, debemos saber que también hay momentos donde es necesario tener una reunión con la cámara prendida, como por ejemplo cuando estamos hablando con un nuevo cliente, si estamos dando o recibiendo feedback o si estamos en una videollamada con amigos. Nuestro criterio debe ser suficiente para saber cuando es necesario y cuando no.
Tratemos de evitar de acumular más fatiga de la que tenemos.
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